Gustavo Adolfo Bécquer en su lecho de muerte

Sobre un fondo oscuro se recorta el cuerpo yacente de Gustavo Adolfo Bécquer, destacando el lívido y rígido rostro sobre la blanca almohada. La figura del poeta se nos muestra de medio cuerpo de perfil y amortajado con una chaqueta negra. La figura, muy abocetada, impregna la composición con una pincelada suelta y empastada. Ésta sintética tabla es un extraordinario y fúnebre apunte del natural, realizada ya fuera de los límites del Romanticismo, en 1870.
Gustavo Adolfo Bécquer fue uno de los principales poetas de todo el siglo XIX español. Nacido en Sevilla tuvo una infancia difícil al quedar pronto huérfano. Su débil salud, las dificultades económicas y los fracasos sentimentales marcaron su adversa vida. En 1854 decidió instalarse en Madrid, donde posteriormente le acompañará su hermano, el célebre pintor, Valeriano Bécquer. En la capital, Gustavo Adolfo colaborará en diversas revistas y realiza adaptaciones teatrales francesas en colaboración con Luis García Luna. De regreso a su ciudad natal, publicará "Leyendas", siendo estos versos los principales de su producción literaria junto con "Rimas". De nuevo en la ciudad del Manzanares será nombrado director de "La Ilustración de Madrid", fundada por Eduardo Gasset. La mayoría de sus obras fueron publicadas póstumamente en 1871. Dentro de su faceta artística hay que destacar que además se dedicó a la ilustración y al dibujo como atestigua "Joven Romántica" (Museo del Romanticismo, Inv. CE0893).
Durante los últimos años del Romanticismo y la década siguiente, las noticias de los fallecimientos de los artistas, en muchos casos acaecidos de forma prematura, tuvieron cumplida cuenta en la prensa de la época. También en la pintura hubo un interés por representar, a modo de recordatorio, la muerte de estos artistas como podemos apreciar en esta tabla en la que se refleja el afecto y el cariño que unía al pintor con el poeta, al que representa como si estuviera dormido, reposando sobre la almohada.
Vicente Palmaroli González se había formado bajo las enseñanzas de su padre, el litógrafo, Cayetano Palmaroli. Completó sus estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, bajo la tutela de Federico de Madrazo, llegando a ser nombrado Académico de la de San Fernando tan sólo dos años después de la realización de esta tabla.