Durante los últimos diez años de su vida, Gargallo dedicó muchas de sus obras a representar y glosar la imagen del arlequín, tanto en escultura -existen tres versiones de una pequeña máscara en plata, hasta nueve versiones de una máscara en chapa de cobre y tres versiones de una cabeza también en chapa de cobre, además del Arlequín con mandolina, 1925, el Pequeño arlequín con flauta y el Gran arlequín, ambos de 1931- como en muy diversos dibujos (máscaras, cabezas, arlequines músicos, desnudos, vestidos) e incluso en esta punta seca, que debió grabar una vez concluidas las máscaras y antes de acometer las cabezas escultóricas.
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