La obra Parvas debe de ubicarse entre las innumerables acuarelas, dibujos y óleos que realizó con vistas de las ciudades y paisajes que recorrió Ramón Silva en su viaje de formación por Europa.
El dibujo con color aplicado con acuarela parece un bosquejo rápido tomado en el lugar, frente al modelo. Las líneas de lápiz construyen con una gran simpleza de medios las formas de las parvas y el camino que se extiende en el horizonte. El color marca zonas de luz y de sombras que acompañan los trazos del grafito. La paleta de colores complementarios heredada del impresionismo está presente en los amarillos de las luces y en los violetas de las sombras. La personalidad del artista se proyecta en este paisaje de perfecta soledad y abandono.