Parece que esta cabeza perteneció a una escultura de vestir, que se completaba con el hábito de tela y los atributos iconográficos del santo. La atribución a Cano y la identificación del santo representado, San Juan de Dios, se deben a Manuel Gómez-Moreno González. La obra ha sido realizada con una técnica magistral, en el modelado, en la talla y en la policromía. El volumen de la talla y los rasgos del rostro la asemejan, según Mª Elena Gómez Moreno, con los buenos retratos romanos. El tamaño del cráneo y los perfiles de la cabeza, con pelo corto, resaltan su despejada frente, el arco de las cejas, la nariz aguileña, una bien dibujada boca, y los pómulos y mentón. Pero el elemento facial más sobresaliente son los ojos de cristal, que, junto con la amplitud de dibujo y la talla de los párpados superiores, dan una mirada lejana y absorta, revelando a un hombre fuerte y de espíritu profundo. Su faceta de pintor se refleja en el tratamiento de la policromía, en la que utiliza una imprimación de tono claro rosado para conseguir unas carnaciones de gran luminosidad. A través de unas pocas pinceladas Cano consigue la barba, bigote, cejas y los cabellos de unión con la frente y las sienes. Además de los valores plásticos de esta soberbia obra hay que señalar los devocionales. San Juan de Dios es un santo íntimamente ligado a la devoción de los granadinos ya que en Granada inició su labor de caridad con los pobres enfermos, aquí nació la Orden Hospitalaria y en esta ciudad murió.