En 237 a. C. Cartago, empobrecida y endeudada tras su derrota a manos de Roma, emprende la conquista de Iberia en busca de nuevos recursos, especialmente los metales preciosos de las minas del sur. Su ambicioso plan de expansión, combinación de acción militar, diplomática y colonizadora, acabó provocando la reacción romana. Las dos potencias volverán a enfrentarse, esta vez en suelo hispano, en la Segunda Guerra Púnica, hasta la derrota definitiva del líder cartaginés, Aníbal, en 202 a. C. Los gastos de la conquista y la guerra exigieron grandes cantidades de moneda que, en parte, se acuñaron en la península.
Los grandes múltiplos de plata como éste se concibieron como vehículos de propaganda ideológica. Sus deslumbrantes imágenes, de estilo puramente griego, están cargadas de significado: en el reverso, un elefante de guerra, terror del enemigo en el campo de batalla, símbolo del poder militar cartaginés en tierra, y en el anverso, el dios Melqart, asimilado al Heracles griego. El aparente realismo de esta cabeza, deslizándose entre lo divino y lo humano, ha suscitado siempre la idea de que sea un retrato encubierto de Aníbal.
¡Todo listo!
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