Se trata de la obra más emblemática de toda la producción pictórica gasconiana, en la que sobresale el Joan Gascó más influido por la estética flamenca. En un primer momento, y a raíz de esta influencia, la tabla fue atribuida erróneamente a la escuela alemana y al pintor cordobés Bartolomé Bermejo. La atribución a Joan Gascó no se formuló hasta 1944 y es, por ahora, indudable, sobre todo por el extraordinario parecido que presenta con el profeta David del retablo mayor de la iglesia parroquial de Sant Esteve de Granollers, adjudicado también al pintor Joan Gascó y actualmente conservado en el Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC 24.150). Es precisamente esta última obra la que nos permite especular con la fecha de ejecución de la Santa Faz, alrededor de 1513, ya que el profeta David del retablo de Granollers se pintó antes del 2 de febrero de ese año. En cuanto a su procedencia, se sabe que ya estaba en la Catedral de Vic en el siglo XVI, donde permaneció hasta la fundación del Museo Episcopal. En 1868 –cuando la tabla ya estaba en desuso– la encontró el canónigo vicense Jaume Collell detrás de una toalla del antiguo lavabo de la sacristía de los canónigos. Representa la cabeza sangrante de Jesucristo llagada por la corona de espinas y con la cadena en el cuello. El tratamiento del rostro y el diseño radial del nimbo dirigen la mirada del espectador contra los ojos de Cristo, en los que Joan Gascó ha concentrado toda la fuerza expresiva de la imagen, de una intensidad inusual en la pintura tardogótica catalana.
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