Reconocido internacionalmente por su aportación a la escultura posterior a la Segunda Guerra Mundial, Eduardo Chillida es uno de los artistas vascos más importantes del siglo XX. Elegía los materiales que empleaba con el fin de que le permitieran plasmar sus indagaciones conceptuales y metafísicas. Su interés por el alabastro se debe a su capacidad para revelar y ocultar al mismo tiempo. En Lo profundo es el aire, el escultor combina el aspecto externo toscamente tallado de la piedra con un espacio interior arquitectónico sumamente pulido. El título, tomado de uno de los versos del poeta español Jorge Guillén, expresa la consideración del espacio o del aire por parte del artista como una materia tan esencial como la piedra o la madera. “La forma surge de manera espontánea a partir de las necesidades del espacio, que construye su morada como un animal su concha. Al igual que ese animal, yo soy también un arquitecto del vacío”, afirmó Chillida.
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