El mundo virreinal era dulce por excelencia. En 1696, los huevitos de faltriquera aparecen en la lista de los dulces solicitado a los conventos de monjas, para el banquete al Virrey Conde de Moctezuma, a su llegada a Puebla. Hoy, son un reflejo de la continuidad de la gastronomía barroca del siglo XVII, hasta nuestro siglo XXI.