Los negros africanos traídos a Brasil entre los siglos XVI y XIX, aunque en condición de esclavos, han dejado múltiples y profundas huellas en nuestra vida social: en la música, en la gastronomía, en el idioma y, sobre todo, en la religiosidad. Candomblé en Bahia, Changó en Pernambuco, Tambor de Mina en Maranhão, Batuque en Rio Grande do Sul son algunas de las denominaciones utilizadas para designar las diversas religiones constituidas en Brasil desde la herencia religiosa africana. Sus ritos y sistemas de creencias se basan en cultos a los orixás, vodúns y nikisis, antiguos reyes, reinas o héroes divinizados que representan las fuerzas o fenómenos elementales de la naturaleza: el agua, la vegetación, el fuego, el trueno. O las actividades y vicisitudes del ser humano: la agricultura, la caza, las enfermedades, los viajes. Parte de la colección del Museo del Hombre del Nordeste (Muhne) resulta de la donación de la colección privada del antropólogo Waldemar Valente que, en los años 50, realizó investigaciones referentes a religiones afrobrasileñas en Recife y Maceió, agrupando importantes y valiosas piezas de la cultura material de los terreiros (templos afrobrasileños).