La Corticela fue una fundación del Rey Alfonso III, que la cedió a los benedictinos para cuidado del altar de Santiago y, en 1527, pasó a ser la parroquia de extranjeros y vascos, condición que conserva en la actualidad. Cabe destacarse, además de su estructura arquitectónica, el tímpano de la Epifanía de su portada, obra cercana al taller del Maestro Mateo.