Esta obra, de pequeño formato, realizada en cobre representa a la Inmaculada Concepción sobre una masa de nubes que sostiene un grupo de ángeles que portan los atributos virginales: La palma , las rosas, el espejo, las azucenas y el olivo. Presenta la tradicional iconografía de las Inmaculadas de Murillo: de edad joven, con aspecto de niña, cabellos largos, túnica blanca vaporosa, y manto azul recogido al hombro. Está coronada por doce estrellas, con la luna a los pies y rodeada de grupos de querubines. Las luces y las sombras rompen con la frontalidad rígida que había sido frecuente en otros pintores anteriores al tratar el mismo tema y marcan diagonales, especialmente evidentes en la disposición de los ángeles a los pies de María que dan la sensación de impulsarla hacia el cielo, y que se gradúan de izquierda a derecha, desde la iluminación más clara de sus cuerpecillos hasta la fusión en las masas oscuras de las nubes.