Alonso Cano se distinguió por la creación de tipos iconográficos que sobreviven a su muerte y que se generalizan en el ámbito granadino al menos durante dos siglos.El más conocido tal vez sea el de la Inmaculada Concepción. El tipo iconográfico evoluciona en la obra de Cano desde las estrictas normas de su maestro Pacheco en pintura o los modos de Martínez Montañés en escultura, en un proceso en el que madura formas y colores, hasta crear por fin este tipo de Inmaculada.Consiste en la representación de una mujer joven, casi niña, de cabello largo, ceñido a la cabeza y que cae sobre los hombros, que orienta las manos unidas sobre el pecho hacia el lado contrario al que gira la cabeza, situada sobre aperturas de cielo, con paisaje en los pies y grupos de ángeles que sostienen los símbolos de los atributos marianos, como la rosa, el lirio, el espejo, la luna o el sol. Pero, sobre todo, crea un modelo romboidal, conocido como en forma de huso, que se ensancha hacia el centro y se estrecha en los extremos, recogiéndose el plegado a los pies que están apoyados sobre cabezas de angelillos y la media luna.Este tipo iconográfico se separa de los de sus contemporáneos, como el conocido y popular de Murillo, cuya Virgen es mucho más dulce y divina que la canesca, en la que el canon alargado y el gesto ensimismado con la mirada baja la hacen más terrenal.Como curiosidad, esta obra, considerada como probable de Alonso Cano, en los extremos de la zona inferior deja entrever una pareja en actitud de orar ante la imagen, se trata de los donantes, personas que encargaban un cuadro religioso en el que se hacían retratar. En este caso, dichos donantes fueron eliminados de la obra sin que sepamos el motivo ni la identidad de los mismos.