Inmaculada

Esta Inmaculada ha sido una obra de atribución controvertida para los historiadores del arte, pues siempre se estudiaba como derivada de los modelos zurbaranescos y vinculada al estilo del pintor Sebastián de Llanos y Valdés. Sin embargo recientes investigaciones han llegado a incluirla en la producción de Ignacio de Ries.

Es esta una obra característica de este pintor en un momento en el que los resabios zurbaranescos son todavía patentes. La aureola de querubines que portan los atributos marianos combinan en sus modelos el conocimiento de las estampas sobre composiciones de Rubens y los que presenta el grabado de la “Inmaculada” de Rafaello Schiaminossi sobre composición de Bernardo Castello. La coloración amarillenta del fondo, así como el tipo físico de los querubines son idénticos a los que muestran las pinturas que realizó para la catedral de Segovia, sobre todo la “Coronación de la Virgen”, y la atmósfera es similar a la de la “Reina de los Cielos” de la colección Central Hispano. En cuanto al tipo físico de la Virgen presenta el canon corto característico del artista, y las quebraduras de las telas y el joyel que lleva en el cuello evidencian de nuevo su técnica. Aportaciones realizadas en los últimos años, han contribuido a perfilar la personalidad de este pintor, que colaboró en el taller de Zurbarán, y que aun no siendo un autor de grandes innovaciones, ofrece en su obra un interés histórico desde el punto de vista iconográfico y, sobre todo se perfila en su eclecticismo como pintor representativo de la producción pictórica media en Sevilla durante el segundo tercio del siglo XVII.