"Jesús Grovas me propuso probar con Cantinflas. Confieso que nunca se me ocurrió verlo en un foro teatral. Tenía ingenio y hacía reír. Con un pequeño sombrero de alas cortas y levantadas contra la copa, una camisa rota, unos desgastados pantalones que no se le caían de milagro y un andrajo en el hombro, al que llamaba su gabardina, lograba una perfecta caricatura de un vago de los barrios bajos."