Desde los cruces peatonales en Caracas hasta el muro perimetral del Puerto de La Guaira, Cruz-Diez fue responsable por la creación de varios murales e intervenciones artísticas en un sinfín de espacios públicos en todo Venezuela durante la década de 1970. Sus contribuciones al paisaje urbano del país marcaron un momento activo en el establecimiento de una nueva imagen pública de Venezuela destacada por la racionalidad y la precisión observada en la obra abstracta de Cruz-Diez. Quizás el punto en el que mejor se refleja la fusión de la obra de este artista con la industria es en los monumentales muros que produjo en dos de las plantas hidroeléctricas más importantes de Venezuela. En estos espacios, las inmensas salas de turbinas y maquinarias se encuentran cubiertas por obras abstractas, parecidas a la Inducción cromática, reforzando la relación crítica entre industria y arte.