En este lienzo aparece Inés de Zúñiga, condesa de Monterrey, cuando tenía unos veinte años de edad. Está considerado como uno de los retratos más hermosos de este artista y de la época.
Los finos rasgos de la condesa y su sonrisa inteligente dominan la composición. Destacan sus elaboradas vestiduras, con un jubón ceñido con dos grandes haldetas (piezas que cuelgan de la cintura) que cubren la parte superior de la enorme basquiña-guardainfante (una prenda que las mujeres solían usar sobre su ropa para salir al exterior). De su cintura cuelga una cinta rosada que sostiene un curioso neceser en forma de pistola.
¿Te interesa Visual arts?
Recibe novedades con tu Culture Weekly personalizado
¡Todo listo!
Tu primer Culture Weekly llegará esta semana.