Con una agotada mirada, Antonio del Castillo se dirige al espectador directamente con este lienzo. Se ha representado a un Jesús Nazareno de medio cuerpo con una cruz a cuestas. La luz se centra en acentuar el mortecino rostro del Nazareno quien porta una alargada cruz. El rostro de una honda expresividad, parace pedir ayudar antes de exhalar su último aliento. Castillo se inspira en obras de otros autores italianos como Tiziano o Sebastián del Piombo. La obra aparece en el primer inventario del museo en 1846, pero ya desde 1836 se tiene constancia de estar despositada en el Convento de Capuchinos de Córdoba proveniente de algún otro centro desamortizado. Posiblemente formara parte de algún altar junto con alguna pintura de la Virgen y San Juan