Firmada por el pintor Asteas, esta cratera, es una de las mejores obras producidas en los talleres de Paestum, en el Sur de Italia. En una escena dinámica y marcadamente teatral, se representa uno de los pasajes más dramáticos de la vida de Heracles. Conducido a la locura por la persecución incesante a la que le somete Hera, el héroe se dispone a arrojar a uno de sus hijos a la pira, en la que arden ya amontonados los enseres de su casa, convencido de que se trata del hijo de su rival Euristeo. El niño extiende inútilmente la mano para alcanzar las barbas de su padre, implorando piedad. Su esposa Mégara, aterrorizada, se golpea el pecho y se mesa los cabellos mientras se lanza hacia la puerta de la casa. Tras el héroe en una galería abierta con columnas, contemplan la escena Alcmena, madre de Heracles y su fiel amigo Iolao. Al final de esta asoma la diosa Manía, personificación de la locura.
En la otra cara del vaso, Dioniso, dios del teatro, cabalga sobre una pantera, rodeado por su séquito.