Esta pintura pertenece a un motivo recurrente entre los pintores viajeros que llegaron al país en la primera mitad del siglo el siglo XIX: la Catedral y la Plaza Mayor de la Ciudad de México.
Carlos París, formado en Roma y en la Academia de San Lucas en Barcelona, realizó esta pintura durante su juventud. A diferencia de las obras con el mismo tema de Octaviano D’Alvimar, Carl Nebel o Pedro Gualdi, propone una vista dramática y monumental gracias a una perspectiva forzada.
Lo característico en esta obra es el carruaje descubierto que se dirige hacia el Palacio de gobierno y que, de acuerdo al estilo de la época, sugiere que en él se encontraba el presidente, Antonio López de Santa-Anna.