Joaquim de Miró (Sitges, 1849-1914) formó parte del grupo de la Escuela Luminista, un grupo de pintores reunidos a finales del sigle XIX en Sitges con el interés de captar la vibrante luz mediterrània de aquel lugar que habían descubierto como motivo pictórico.
En su búsqueda de sinceridad, los pintores luministas, querían pintar las obras llenas de luz. Debían dejar el taller y plantar el caballete en la playa o en el campo, trasladando a la tela todo lo que veían, convencidos de que sin esta fidelidad, la auténtica pintura no era posible.
Cuando Rusiñol llegó por primera vez a Sitges en 1891, descubrió de la mano de Rossend Bartés, el taller de Joaquim de Miró, el primer pintor de Sitges que Rusiñol conoció.
Rusiñol siempre tuvo un gran aprecio por Miró, y por esta razón, seguramente, colocó sus obras en su dormitorio, el lugar más privado de la casa.
Esta obra llena de luz y de color impresiona por la seguridad del trazo del dibujo, la perspectiva y la fuerza lumínica.