Esta obra forma parte de una serie pictórica sobre los cinco sentidos que el diplomático Pietro Cussida encargó a José de Ribera. Fue uno de los más importantes seguidores del estilo tenebrista de Caravaggio. Distintos elementos alegóricos de la vista rigen la composición: espejo, catalejo, y quevedos (anteojos sin patas). El contraste de luz y sombra, con una magnífica representación de la anatomía y expresión del personaje, hacen de este lienzo uno de los grandes prodigios en las colecciones del museo.