Escena histórica que representa el desembarco de Fernando VII y la familia real en el puerto de Santa María de Cádiz el 1 de octubre de 1823. En primer término la falúa real y en el muelle multitud de personajes. En el centro, el Monarca y el duque de Angulema estrechan sus manos. A ambos lados de ellos, personajes de la Casa Real y detrás, representantes de la nobleza española, generales franceses, así como el clero y personalidades del Ayuntamiento de la ciudad gaditana. Al fondo, la Aduana y otros edificios del puerto, en cuyas terrazas y balaustradas se agolpa la muchedumbre.
Los personajes de la familia real son claramente reconocibles, gracias a que José Aparicio dejó por escrito, en un documento, la descripción del cuadro, aclarándonos entre otras cuestiones el asunto y los nombres de los personajes representados en el mismo. Así sabemos que a la izquierda del Rey aparecen: la Reina María Josefa Amalia de Sajonia; la infanta Luisa Carlota llevando de la mano a su hija mayor, su esposo don Francisco de Paula, la infanta Princesa de Beira, María Teresa de Braganza y, delante de ella, su hijo el infante Don Sebastián Gabriel, sobre cuyo hombro apoya la mano. A continuación los otros infantes niños, en brazos de sus amas de cría vestidas con trajes provinciales y en el extremo de la falúa, un guardiamarina y varios muchachos subidos a los palos, con el fin de llamar la atención con sus gritos. Los personajes a la derecha del duque de Angulema son los siguientes: los infantes María Francisca de Asís y Carlos María Isidro que lleva de la mano a su hijo el infante Carlos Luis, conde de Montemolín. Detrás y sobre la escalera aparecen varios sacerdotes y figuras eclesiásticas cubiertas con capa pluvial y bajo palio. A continuación y algo más alejado, se ve a la comitiva del Ayuntamiento con sus maceros y, en la parte más baja, vemos a varios generales franceses y militares españoles.
El lienzo representa el momento de la llegada de la familia real española al Puerto de Santa María donde le espera Luis Antonio de Borbon y Saboya, el duque de Angulema. El Duque había comandado al ejército formado por los Cien Mil Hijos de San Luis, guardia francesa que bajo los auspicios de la Santa Alianza, fue creada para defender los derechos de las dinastías reales de Europa. Cuando en 1823, este ejército avanzaba hacia Madrid, con el fin de restituir al Rey en sus poderes, muy mermados por el mandato liberal, las Cortes decidieron trasladar al Monarca a un lugar más seguro y, así la Corte se establece en Cádiz. De este modo, la falúa regia se puso en marcha con toda la familia real hacía la ciudad gaditana. Estos fueron recibidos, por el propio duque de Angulema, el ejército, las autoridades de Cádiz y el pueblo llano. El acontecimiento supuso el fin del Trienio Liberal (1820-1823) y el inicio de la llamada Década Ominosa (1823-1833), periodo de máximo absolutismo del reinado de Fernando VII.
Esta obra reproduce el lienzo de gran formato del pintor neoclasicista, José Aparicio, destruido en el incendio del Convento de las Salesas Reales de Madrid en 1915, donde se encontraba instalado el Tribunal Supremo. José Aparicio, como pintor de Cámara de Fernando VII, había pedido permiso al Ayuntamiento de Madrid para representar en un monumental cuadro el acontecimiento aquí narrado. De este modo, una vez concluida la obra en 1827, el Ayuntamiento obsequió con este lienzo al Rey y pasó a formar parte de las colecciones reales del Museo del Prado y éste a su vez, lo depositó en el Tribunal Supremo en 1883. Además nos consta que los Ayuntamientos del Puerto de Santa María y el de Jerez de la Frontera solicitaron sendas copias del mismo, sin embargo la historiografía considera que el cuadro que se conserva en el Museo del Romanticismo sería otra obra reproducida por Aparicio una vez ya concluido el primigenio.