Durante el siglo XVI fue muy frecuente utilizar una escena religiosa como pretexto para pintar un gran paisaje. En esta pintura, el episodio bíblico Lucas 24,13-35 es casi anecdótico y se desarrolla en la esquina inferior del cuadro. En ella, dos peregrinos retienen y tratan de convencer a un hombre para que haga un alto en la ciudad ante la caída de la tarde. Este personaje, que en realidad es Cristo resucitado, indica con el dedo que debe proseguir su camino. Al fondo, se despliega la propia Emaús a la que le están invitando: una ciudad que mezcla elementos fantásticos con construcciones típicas de la Flandes del siglo XVI y anima al espectador a recorrerla con la mirada y la imaginación. Existe una obra presumiblemente del mismo autor, de paisaje muy semejante en el Museo de la ciudad de Estrasburgos pero el tema en ella representado es mitologico y se refiere al encuentro entre Mercurio y Argos para liberar a la ninfa Io. La descripción del paisaje botánico es la de un auténtico naturalista a pesar de que algunas arquitecturas pudieran ser inventadas