El concepto tradicional de paisaje tiene poco que ver con esta obra: estamos contemplando abstracción pura. El punto de vista frontal se une a la visión aérea, el cielo y la tierra se confunden siendo tratados con la misma densidad y color. El paisaje es un espejo que refleja el mundo del artista. Esencia del Camp de Tarragona, un paisaje con el que el pintor ha estado familiarizado des de su juventud, del cual extrae su componente básico, su estructura interna para poder trabajar con total libertad en términos de forma y de color. Antonio Gonzalo Lindín (1920-1999) se formó en el taller y Escuela de Pintura y Escultura de Tarragona y en 1947, año de su inauguración, se unió al cuerpo docente de la Escuela de Arte de la Diputación de Tarragona como profesor de pintura. Su carrera como pintor comenzó en la tradición pictórica y paisajística y revela la influencia de su maestro Ignasi Mallol. Más tarde logró un grado inicial de abstracción, que abandonaría rápidamente para sumergirse profundamente en la geometría abstracta, con la que consigue su propio lenguaje pictórico.