Lee Simonson, figura de gran influencia en el diseño escenográfico, descubrió en su juventud lo que “los pintores y escenógrafos, con su visión, podían hacer para revitalizar el teatro”. Luego de graduarse de la Universidad de Harvard en 1909, quiso hacerse muralista y se fue a París. En su estadía de tres años, perfeccionó sus destrezas y presenció algunas de las producciones de teatro más experimentales de Europa. También hizo amistad con otros expatriados estadounidenses, entre ellos Gertrude Stein y el pintor Stanton MacDonald-Wright.
Cuando Simonson hizo este autorretrato es posible que estuviera viviendo aún en París. La pintura evidencia su dominio de los patrones y la composición, mientras las áreas de color puro y vibrante revelan su interés en Paul Cézanne, Paul Gauguin y los pintores contemporáneos franceses conocidos como fauvistas. Cuando regresó a Nueva York en 1912, estaba decidido a lanzar su carrera como escenógrafo.