En las cartas de Goya a Zapater, su amigo de la infancia en Zaragoza, el pintor aborda temas personales e incluye dibujos que en ocasiones aluden al interés por la caza, que compartían tanto el remitente como el destinatario. En esta, como en otras cartas a Zapater, se percibe el lado más humano del genio, no solo por la preocupación por los asuntos domésticos, sino también por el sincero afecto que muestra por su amigo.