Existen también otros dos ejemplares en terracota, realizados por el propio Gargallo y repertoriados, uno de los cuales pertenece al Museu de Montserrat.
En los primeros años de su independencia profesional, a partir de 1906, Gargallo desarrolla los encargos que va recibiendo, sobre todo del arquitecto Lluís Domènech i Montaner, y al mismo tiempo realiza una serie de trabajos más personales con los que define y consolida el inconfundible estilo que pronto caracterizará toda su obra, sorprendentemente depurada y esencial en piezas tan tempranas como esta, ejemplo muy representativo de una sensualidad contenida y rotunda, cuya extraordinaria modernidad se reafirma con las evidentes connotaciones primitivas y clasicistas que identifican los intereses plásticos del escultor y diferencian ya su singular lenguaje artístico.
Esta figura debió interesar mucho a su autor, puesto que un año después realizaría, sin concluirla por completo, la Voluptuosidad, 1908, versión en mármol de mayores dimensiones, así como la Cabeza inclinada de mujer, 1908, ampliación de la cabeza de la obra originaria, de la que conserva todo su misterioso y sensual recogimiento, en la terracota inicial y en los bronces fundidos a partir de la misma.
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