Lying naked

Como otros muchos artistas Rodríguez-Acosta fija su atención en el desnudo femenino como símbolo e ideal de belleza. Será hacia 1939 cuando retome esta temática, en la que destaca especialmente una trilogía de figuras femeninas desnudas y solitarias: dos ellas se exponen en esta sala, son Desnudo tendido y Desnudo con Bola de cristal, la tercera, titulada La Noche, permanece inacabada en el estudio del pintor en el carmen granadino que hoy es sede de la fundación que lleva su nombre.Había realizado numerosos bocetos para las tres obras que le ayudaron a definir con rotundidad, sin titubeos, la composición final. De ahí que una de las primeras sensaciones que nos trasmiten al observarlos sea la seguridad del pintor. Esta sensación se refuerza mediante el empleo de una técnica recuperada de la tradición clásica, basada en la definición de planos, en las superficies acabadas y el dibujo firme. Con ello crea unas figuras volumétricas de contornos muy definidos, como si estuvieran recortadas sobre un fondo neutro, de forma que la figura, la auténtica protagonista, acapara toda la atención.Son desnudos sensuales, sugerentes, que no pasan inadvertidos, que incitan al observador a buscar en ellos un mensaje subyacente, hecho que los vincula con las corrientes simbolistas de la pintura del momento.De la luminosidad y el vitalismo del Desnudo tendido, el primero que realiza, pasa al ámbito de la introspección que refuerzan las tonalidades oscuras y sombrías del Desnudo con bola de cristal, en el que coloca a una mujer de rodillas, apoyada en una enorme bola de cristal en la que aparece reflejada, ensimismada, ausente, con el rostro casi cubierto.El movimiento ha desaparecido. La exigencia mental de Desnudo con bola de cristal se agota en la figura adormecida de La Noche, un cuadro sin acabar que llamativamente coincide con el ocaso de la vida del pintor.