Singularmente expresiva y, en cierto modo, incluso expresionista por la extraordinaria torsión de las formas anatómicas (carácter al que seguramente contribuye el aspecto rugoso y casi granítico de su acabado superficial), está única muestra de altorrelieve no aplicado a construcción arquitectónica, y también único desnudo absolutamente tumbado, entre toda la producción de Gargallo que conocemos, cierra el reducido ciclo de las obras modeladas en rehundido y ejecutadas en chapa de plomo, y quizá representa, junto con Maternidad, 1922, uno de los ejemplos más aparentemente notorios de ciertas discutibles resonancias cubistas.
Son muy notables e incluso podríamos decir que casi totales (bastaría poner cualquiera de las dos figuras ante un espejo para observar su casi perfecta correspondencia, exceptuada la posición de un brazo), salvando las decisivas modificaciones derivadas del modelado en rehundido, las coincidencias observables entre esta escultura y el dibujo a tinta Desnudo acostado, ca. 1903.