En este cuadro del pintor novohispano Juan Correa, María Magdalena se arrodilla ante Jesús y, en símbolo de renuncia y arrepentimiento, se despoja de sus joyas.
Los personajes que rodean la escena principal pueden ser identificados como los apóstoles en el momento en que Jesús arroja del cuerpo de la María Magdalena a los sietes demonios. Según San Lucas, cuando Cristo viajaba por Galilea lo acompañaron los apóstoles y “algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que se habían salido siete demonios” (Lucas 8:2). La escena también alude a la conversión de María cuando lavó los pies de Jesús, y su alma de pecadora fue perdonada y salvada, por lo que se puede decir que la obra sintetiza estos dos momentos.
Los personajes representados en esta obra forman parte de un repertorio de tipos, rostros y gestos característicos e identificables en algunos personajes de otras pinturas de Correa. En el segundo plano, detrás de María Magdalena se observa a cuatro figuras presenciando la escena, una de ellas lleva las manos cruzadas y observa a Cristo, por la vestimenta y la postura puede ser identificado como San Pablo. Detrás de Cristo, están sus discípulos. En el tercer plano, asomando su cabeza sobre el lateral derecho, se encuentra representado San Pedro, cuyo tipo también fue utilizado por Correa en otras obras, como La entrada de Jesús a Jerusalén de la Catedral Metropolitana.