Esta obra se inscribe dentro del círculo de influencia del conocido como Maestro de Pedret, activo en la zona pirenaica en el siglo XII. Se trata de uno de los maestros que mejor representan la corriente bizantina dentro de la pintura románica catalana. Puede comprobarse en la figura de Cristo, que viste una túnica roja y un manto azul. Aparece sentado en un trono ricamente decorado, que recuerda al trabajo de los mosaicos bizantinos.
Es una pintura mural realizada al fresco, pero con retoques de pintura al temple. La pintura fue arrancada de la pared y pasada a un lienzo.
Desde el punto de vista iconográfico, la representación sigue el modelo inspirado en el Apocalipsis de San Juan y es muy característico de las artes figurativas románicas.
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