Puede decirse que desde un primer momento, como consecuencia de la teoría estética del Modernismo y más allá de sus distintos momentos técnicos, la obra de Romero de Torres tuvo a la mujer como absoluto protagonista, como sucede en este caso, donde el pretexto amoroso le sirve para reflexionar sobre el tema de las tres edades de la mujer bajo el signo y horizonte de la melancolía.
Ambientadas, normalmente, en el corredor de acceso al jardín interior de la vivienda familiar y teniendo como modelos a distintos miembros de la familia - entre ellos a su mujer Francisca Pellicer López -, entre aproximadamente 1902 y 1905 el artista realizó diversas obras con la mujer o la infancia como protagonistas hoy en distintas colecciones particulares. Entre ellas - y por motivos que se desconocen, aunque a los mismos no quedaría ajeno el hecho de su calidad -, se reservo ésta para sí mismo, pasando en 1991 al Museo desde su estudio procedente de la vivienda familiar.