Marco para cera de Agnus montado sobre un armazón de madera. De formato lanceolado, en su centro se abre ventana oval y acristalada que alberga el pan de cera blanca. Entre ramilletes laterales de rosas, flores y hojarascas relevadas y cinceladas, el medallón, con cenefa de palmetas levantada en la orilla, va enmarcado por moldura abiselada que se enrolla de forma tubular en su parte superior, desdoblándose simétricamente a cada lado en sendas volutas contrapuestas.
Descansa sobre ménsula compuesta por cornisa de escaso volado y cenefa en su frente de óvalos lanceolados y rosetas en los extremos, sostenida por zarcillos de acanto en forma de ese que se abren en el centro para describir un medallón ovoide partido en dos por adorno fundido de tornapuntas, con cintas entrelazadas y piñón en el vértice inferior, que marca el eje de simetría.
Remata en su extremo superior en copete compuesto por resplandor de rayos biselados –los inferiores de mayor longitud, en un diseño parejo al de las custodias neoclásicas de sol realizadas en México desde finales del siglo XVIII–que nacen del emblema central con la figura del Cordero de Dios abanderado, echado y durmiente sobre lecho de nubes con dos cabecitas de querubines. La cera de Agnus hace pertinente la presencia de este símbolo.
Originario de la ciudad de Roma, el propósito de tales medallones consagrados con la figura impresa del cordero e imágenes de santos, junto al nombre y el escudo de armas del Papa –frecuentemente en el reverso–, era proteger a quienes los poseyesen o portasen de toda influencia maligna. Se elaboraban con cera mezclada con crisma y eran bendecidos por el Papa en una ceremonia especial el primer año de su pontificado y allí en adelante cada siete años.[1] Tomada de estampas y grabados, la cera reproduce en este caso al evangelista San Marcos en el anverso, orlada por la inscripción rodada SAN MARCV EVANGELISTA, a la que le acompaña en su pie el nombre del papa: PIVS . VI P. M, cuyo pontificado se extendió desde 1775 a 1799.
En diversas variantes, el diseño del marco, constituido básicamente por un medallón elíptico entre ramilletes florales y remate de ráfagas en el copete, se aplicó en México, dentro del llamado “estilo Tolsá” y en torno a 1800 en adelante, a distintas tipologías: marcos para pinturas y miniaturas, pilas benditeras, espejos e incluso, sacras, atriles y portapaces;[2] un modelo que cabe rastrear, en esencia, en el conocido medallón con el busto de Carlos IV cincelado por el platero poblano José Luis Rodríguez Alconedo en 1794. Al mismo tiempo, su lenguaje ornamental de inspiración neoclásica y su rigurosa simetría axial responden plenamente a los cánones impuestos por la Academia de San Carlos a raíz de su fundación en 1785. Trabajado en plancha de plata repujada y cincelada, los adornos bruñidos y relevados destacan hábilmente sobre las superficies mateadas de los fondos.
Gracias a su completo sistema de marcaje podemos clasificar la pieza con bastante aproximación. Su origen capitalino está acreditado por la presencia de la marca de localidad en la versión republicana posterior a la consumación de la Independencia: M bajo pequeña o y sin corona real. Actuó como ensayador Cayetano Buitrón, en ejercicio desde 1823 hasta 1843, quien, además de imprimir su impronta personal (BTON), estampó en la obra las otras marcas de su competencia: la de localidad y la correspondiente al impuesto fiscal (águila volando). El punzón de artífice, que recoge el apellido TORRE en una sola línea, permite conocer a su autor. Según Anderson, pertenece a Mariano de la Torre, maestro de formación académica que desplegó una gran actividad profesional durante el primer tercio del siglo XIX.[3] Nacido en torno a 1764, alcanzó la maestría en 1799. Prueba de la dilatada producción de su obrador, activo al menos hasta después de 1836, con tienda de platería abierta en la primera calle de Plateros de la Ciudad de México, son las numerosas piezas que se han localizado con su marca personal, impresa en una fuente de la iglesia de Tacoronte (Tenerife), en un juego de vinajeras y salvilla de la catedral de Sigüenza (ca. 1790-1818); en dos series de platos del Museo Franz Mayer (ca. 1815 y 1830); en una concha bautismal y una puerta de sagrario del mismo museo (ca. 1819-1823); y en un cáliz, un copón y un lebrillo en el Museo de Tepotzotlán, estampadas junto a las de los ensayadores Antonio Forcada (1790-1818), Joaquín Dávila (1819-1823) y Cayetano Buitrón (1823-1843).[4] Teniendo en cuenta que Buitrón inició su ejercicio en 1823, cabría datar, pues, el marco del Museo Amparo en torno a 1830 aproximadamente.
[1]. Cfr. Thurston, 1907; Egan, 1993: pp. 65-71; y Bazarte Martínez, 2004: pp. 127-143.
[2]. Cfr. Anderson, 1941, II: fig. 146; Valle-Arizpe, 1941: figs. 91, 94, 96 y 97; Esteras Martín, 1989: pp. 342-343, nº 107, pp. 368-369, nº 120; 1992: pp. 270-271, nº 106, pp. 272-273, nº 108; pp. 276-277, nº 110, y pp. 310-311, nº 135; AA VV, 1994: p. 87, nº 176, p. 108, nº 236 y 237, p. 109, nº 249; y AA VV, 1999: p. 140, OR/164.
[3]. Esteras toma con cierta reserva la atribución de este punzón a Mariano de la Torre, pues no hay que olvidar que existieron otros plateros contemporáneos con idéntico apellido: Juan Manuel de la Torre, examinado en 1760; Francisco, oficial en 1792; y José María, censado como platero en 1811 con 26 años de edad. Cfr. Anderson, 1941, I: pp. 255-256 y 425; y Esteras Martín, 1992: pp. 303-304, y nota 2.
[4]. Esteras Martín, 1992a: p. 83, nº 212a; p. 84, nº 216; p. 89, nº 230; y 1992: pp. 303-304, nº 129, y pp. 304-305, nº 130; AA VV, 1999: p. 133, OR/156, p. 137, OR/161, y p. 164, OR/195; y AA VV, 1997: pp. 292-293, nº 150; Esteban López, 1993, I: p. 215, figs. 7-8, y pp. 216-217.
Fuentes:
AA VV, La Platería Mexicana, México, INAH, 1994.
AA VV, Platería Novohispana. Museo Nacional del Virreinato. Tepotzotlán, Alma Montero (coord.), México, Asociación de Amigos del Museo Nacional del Virreinato, 1999.
AA VV, Tesoros de México. Oro precolombino y plata virreinal, Sevilla, Fundación El Monte, 1997.
Anderson, Lawrence, El arte de la platería en México, 1519-1936, Nueva York, Oxford University Press, 1941.
Bazarte Martínez, Alicia, “La colección de Agnus Dei del Museo Soumaya”, en Santuarios de lo íntimo. Retrato en miniatura y relicarios. La colección del Museo Soumaya, México, Telmex, Museo Soumaya, 2004, pp. 127-143.
Egan, Martha J., Relicarios. Devotional Miniatures from the Americas, Santa Fe, Museum of New Mexico Press, 1993.
Esteban López, Natividad, “Platería mejicana en Guadalajara”, en Actas del VIII Congreso del CEHA, tomo I, Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1993, pp. 213-217.
Esteras Martín, Cristina, La platería del Museo Franz Mayer. Obras escogidas. Siglos XVI-XIX, México, Museo Franz Mayer, 1992.
_____, Marcas de platería hispanoamericana. Siglos XVI-XX, Madrid, Ediciones Tuero, 1992a.
_____. “Platería virreinal novohispana. Siglos XVI-XIX”, en El arte de la platería mexicana. 500 años, México, Centro Cultural Arte Contemporáneo, 1989, pp. 79-406.
Thurston, Herbert, “Agnus Dei”, en Enciclopedia Católica, vol. 1, Nueva York, Robert Appleton Company, 1907.
Valle Arizpe, Artemio de, Notas de Platería, México, Polis, 1941.
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