Cuando, en 1908, Julio Antonio realizó María la gitana, hacía sólo un año que había llegado a Madrid gracias a una beca de la Diputación de Tarragona: tenía 18 años. Su madre le introdujo en el taller de Miquel Blay. Blay era un excelente maestro y Julio Antonio trabajó en su taller hasta que hubo adquirido los conocimientos técnicos que Blay podía ofrecerle. Ese mismo año Julio Antonio había instalado su primer taller en la calle Villanueva, de Madrid, con su amigo Miquel Viladrich; allí vivían y trabajaban y allí ejecutó la escultura de María la gitana, tal como describe Ramón Gómez de la Serna: “En aquellos días una gitanería gárrula y picaresca invadía el estudio. Julio Antonio hacía el busto de María la gitana, y dibujaba con los más negros trazos, a los viejos de la parentela.” María la gitana, amante que fue del Pernales, obra de Julio Antonio, así reza la inscripción de la propia escultura, es la primera obra que muestra la madurez creadora de Julio Antonio, un retrato personalizado con una historia presente, que el artista muestra con orgullo y dignidad. Con esta obra Julio Antonio inicia los “Bustos de la Raza”, una serie de retratos surgidos de su inquietud por la búsqueda del contacto directo con los hombres y mujeres arquetipos auténticos del pueblo; esa es la influencia que el escultor recibe de sus amigos pertenecientes a la Generación del 98. Rosa M. Ricomà Vallhonrat