Francisca Villanova había llegado al Nuevo Reino de granada el 16 de septiembre de 1803 acompañando a su esposo el virrey Antonio Amar y Borbón. Era hija del acaudalado comerciante don Eugenio de Villanova, natural de Sadaba, de quien había aprendido a amar el dinero y manipular precios y mercancías. A su llegada al nuevo reino compro varios comercios a precios muy bajos, era orgullosa y rodeada de lujos, entre los que se encuentran sus prendas de vestir, elaboradas en sedas y con hilos dorados acorde a la moda de la aristocracia Europea a finales del siglo XVIII.
Para esta época, los vestidos de las mujeres especialmente, se hicieron más sueltos, vaporosos y coloridos, tras la muerte de Luis XIV. Esta nueva moda fue el reflejo de un cambio cultural, el de la transición del barroco al rococó, un período caracterizado por el espíritu exuberante y excesivo que invadió Versalles y París.
El vestido francés entonces consistía en la falda, blusa y el pañer. En este vestido el corte es recto, con la cintura marcada más abajo del busto, a diferencia de los vestidos franceses que la cintura era muy estrecha y la falda muy grande gracias al pañer. Este presenta un tanto del corte inglés de inicios del siglo XIX, no se observa la estructura interna, pero la falda es de gran tamaño.