Fue una mujer esclavizada, nacida a inicios del siglo XVIII, que trabajaba en la cocina del Claustro. De manera unánime, el rector Luis Francisco de Guzmán y Monasterio, el Vicerrector, los Consiliarios, el Procurador del Colegio Mayor del Rosario decidieron venderla porque los estudiantes se quejaban de sus servicios en la cocina.