Julio Antonio, un enamorado del arte antiguo, se inspiró en el mundo romano y en las esculturas que había conocido tanto en el Museo Arqueológico de Tarragona como en su estancia en Roma, en especial la Venus esquilina. Como esta, la Venus mediterránea tiene los brazos mutilados, los pechos pequeños y altos, de mujer joven, las formas suavemente redondeadas. El tratamiento de su pelo, aunque recuerda la fuente inicial, es más arcaizante, mientras que las piernas difieren totalmente, en este caso están abiertas dando estabilidad a la figura. Cabe destacar que en la memoria descriptiva del proyecto del monumento que el escultor presentó al Ayuntamiento de Tarragona para su ejecución manifiesta claramente la voluntad de que fuera evidente el nexo del monumento actual con el pasado romano de la ciudad de Tarragona.
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