Oiticica realizó la serie de "Metaesquemas", de aproximadamente 350 piezas, antes de incorporarse al grupo neoconcreto en 1960. Este conjunto de artistas –entre los que se encontraban Ferreira Gullar, Franz Weissmann y Lygia Clark– reclamaba en esos años la restitución de las posibilidades expresivas de la obra de arte, en oposición al racionalismo del arte concreto. En los "Metaesquemas" Oiticica trabaja fundamentalmente con el plano y la composición. Las pinturas constan, por lo general, de varios cuadrángulos dispuestos en una retícula (estructura fundamental para el arte moderno), que funciona como un esquema organizativo básico. Sin embargo, esta organización es alterada mediante la irregularidad de las figuras, que son de un único color y pueden estar rellenas o consistir solamente en las líneas del contorno. Tensionar y quebrar los esquemas perceptivos vinculados a las leyes de la Gestalt, como la simetría y la regularidad (utilizadas por los concretos paulistas), fue un núcleo importante de las investigaciones de Oiticica durante finales de los años 50. Bautizó estas piezas con el nombre de "Metaesquemas" recién en los 70, cuando la serie fue presentada en la galería Ralph Camargo de San Pablo. El propio artista la describió́ como una “obsesiva disección del espacio”.