La visión profundamente escéptica que tuvo Clemente Orozco ante los baluartes de la civilización quedó manifiesta, además de en sus murales, en una prolífica obra dibujística y de caballete. Particularmente los dogmas de la religión fueron fustigados por el pincel y la única mano -porque era manco- del artista. La antigüedad, con sus deidades olímpicas, no escapó a la mordaz intepretación del pintor, quien dedicó varios lienzos a cuestionar, satirizando, la decadencia de occidente. El parnaso mexica.., como se conoce el temple de la Colección Blaisten, permite entender como funciona la estética universalista de Orozco, al fundir en una gran farsa a la cultura grecolatina con los vicios y excesos del pulque, bebida que los dioses otorgaron a los antiguos mexicanos. Por su lectura crítica al mundo prehispánico, la pieza se acerca a la serie de los Teules, tanto como a las escenas de cabaret de los años cuarenta.
Vid. Justino Fernández. Orozco. Forma e idea</<a>i>. México. Editorial Porrúa, 1942.
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