Soldados mexicanos

Pintor, grabador y caricaturista, la formación artística de José Clemente Orozco comenzó casi sin querer, observando trabajar, cada tarde a su regreso de la escuela, al artista José Guadalupe Posada, en una imprenta que quedaba camino de su casa. Sus primeras obras fueron litografías en las que retrataba la vida indígena. También realizó mapas topográficos, caricaturas y acuarelas de los barrios bajos de la Ciudad de México para algunas publicaciones periódicas. En 1922 se unió a David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera en el Sindicato de Pintores y Escultores. Juntos conformaron el cenáculo del muralismo, que dio identidad propia a esa disciplina en México e imagen a la Revolución. Tras una breve estadía en Nueva York, donde realizó numerosos murales, Orozco regresó a México, y allí vivió hasta su muerte en 1949. A pesar de ser definido como el menos político de los muralistas, toda su obra está orientada hacia una reflexión sobre la humanidad y sus condiciones de existencia. Su estilo expresivo enfatiza el dramatismo de muchas de sus imágenes, y su condición de muralista queda evidenciada incluso en este pequeño gouache de 1930. Aun sobre papel, y en pequeñas dimensiones, la moderna monumentalidad de sus figuras realza el aire heroico de estos soldados mexicanos.