El Modelo representa un navío de líneas finas, totalmente armado, con arboladura y jarcia completas y engalanado con todas sus banderas. El casco totalmente terminado, lleva tres cintas de refuerzo situadas debajo de las bordas y en el centro cuatro refuerzos verticales. En el frontón del castillo sobresalen los semicírculos de los tambores con los beques de los oficiales de mar y se abren dos puertas que dan paso desde el interior del buque a los enjaretados de proa en los que se situaban los beques de la marinería protegidos por la batayola que cierra el brazal superior. El mascarón de proa es león coronado de la R. O de 1753. El modelo está totalmente policromado, la obra viva, parte del casco que queda por debajo de la línea de flotación, está pintada de color banco y la muerta a franjas negras y amarillas.
El Navío Santa Ana nació en 1783 como cabeza de una serie de navíos que fueron el nervio de la Armada en los últimos años de la centuria y los comienzos del siglo XVIII. Un año antes José Joaquín Romero y Fernández de Landa era nombrado ingeniero general interino por renuncia de François Gautier, y recibía el encargo de introducir las modificaciones necesarias en los sistemas constructivos con el fin de resolver los problemas denunciados en los distintos informes. El ingeniero Miguel de la Puente ejecutó de la obra y el navío fue botado el 29 de septiembre de 1784. El Santa Ana participó en la Batalla de Trafalgar bajo la insignia del teniente general Domingo Pérez de Grandallana, subordinado al general José de Mazarredo que tenía a cargo la Armada del Océano basada en Cádiz. Las noches del 3 y 5 de julio, las lanchas y dotación del Santa Ana en unión del resto de las cañoneras concurrieron a rechazar los ataques de las unidades de Nelson, que pretendían bombardear la ciudad. Durante la batalla navegó bajo las órdenes del capitán de navío Gardoqui, con la insignia del almirante de la Armada Don Ignacio M. de Álava. En 1810 una Real Orden determinó que los buques que no se pudieran alistar para combate fuesen conducidos a un lugar más seguro. Al efecto se prepararon los navíos Príncipe de Asturias y Santa Ana para trasladarse a La Habana, donde finalmente se hundió en 1817.
El modelo figura en la lista de los fondos remitidos al Museo Naval el 28 de septiembre de 1846 por José Fermín Pavía., comandante general del departamento de Cartagena.