Santiago de Compostela es una ciudad de 81.695 habitantes, capital de Galicia. Es la meta del Camino de Santiago, una de las rutas de peregrinación más importantes del mundo. La ciudad tiene una rica historia y un patrimonio cultural y monumental de gran valor, encabezado por su catedral. La ciudad histórica fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985.
El monasterio de San Martiño Pinario, que ocupa unos 20.000 metros cuadrados, es una de las mayores construcciones de este género que existen en España y actualmente alberga el Seminario Mayor y un establecimiento hostelero. Además, cuenta con un museo con exposición permanente, incluyendo la iglesia con retablos y la sillería del coro.
La realización de la iglesia y el monasterio se llevan a cabo a lo largo de más de un siglo, desde que se comienza la iglesia, en 1590, hasta que termina uno de los claustros interiores, en 1747. Los orígenes de la comunidad no se conocen, pero se supone que están vinculados a la aparición de los restos del Apóstol. Sí se sabe, no obstante, de la existencia de un edificio primitivo en el mismo lugar, de factura románica, y del que no quedan apenas restos. Los escasos elementos arquitectónicos que sobrevivieron al tiempo, se aprovecharon para la cimentación del actual edificio, como se puede apreciar en algunos muros exteriores.
La iglesia de San Martiño Pinario reúne elementos del último renacimiento y del barroco, muy común en toda la ciudad. La planta es de una sola nave, con capillas laterales inscritas en un rectángulo. La inmensa nave central se cubre con bóveda de cañón con falsos casetones, y las tres capillas laterales con bóvedas casetonadas. La gran cúpula nervada, apoyada en pechinas, proporciona una sensación aérea muy marcada. En el interior destacan las capillas, realizadas en su mayor parte, en el siglo XVIII, así como los tres retablos, de la misma época, a lo que se añade el espléndido coro bajo, del siglo XVII, donde se representan escenas de la vida de la Virgen. Los tres retablos son diseñados por Fernando de Casas. Además, a lo largo de esos años, los monjes iban encargando y añadiendo imágenes encargadas en su mayoría al escultor José Ferreiro. Al exterior, la fachada de la Iglesia, a la que se accede a través de unas hermosísimas escaleras barrocas, se estructura en tres cuerpos verticales que corresponden con la división interna del templo, y que representan una profusión decorativa ausente en el resto de los muros. Se cubre con multitud de figuras de santos y se corona, en la parte superior, con la escena de San Martiño.
El monasterio propiamente dicho se compone de dos claustros: el de las Oficinas y el de la Portería, realizados en el siglo XVIII. Al exterior, destaca su fachada principal, proyectada por Fray Gabriel de las Casas, que inicia las obras hacia 1697. Se compone de tres cuerpos: la frente y dos torres laterales de planta cuadrada. La puerta principal está enmarcada por cuatro grandes columnas dóricas y sobre ella, una hornacina que porta la imagen de San Benedictino. Sobre el cornijón, cuatro pináculos y la peineta con un escudo real y corona callada. Terminando el conjunto, un grupo escultórico de San Martiño partiendo la capa con un pobre.