En algunas obras de Antonio Alice, alejadas de la pintura histórica, aflora una contenida sensibilidad que no es ajena al matizado impresionismo que tímidamente iba llegando a las orillas del Plata. Mañana en Miramar (1936) tiene un aire bucólico sugerido por suaves armonías, una interesante composición con un contundente primer plano que acentúa la perspectiva. Ligeras pinceladas distribuyen las figuras a lo largo del lienzo. La carpa anaranjada junto al mar establece el tono dominante, que se repite en algún bañista. Su color complementario, el azul, se enseñorea en las figuras en sombra y en un bote sobre la arena, para perderse en el celeste del cielo. El clima logrado es de plácida calma.