El jarro de boca de seta constituye uno de los recipientes más característicos de la cerámica fenicia. Recibe su nombre por la forma plana y ensanchada que adopta el borde. Son vasos bien conocidos en la costa libanesa, su área de origen, y en otros lugares donde existió presencia fenicia. En las costas andaluzas siempre están cubiertos totalmente de engobe rojo, mientras que en otras zonas sólo lo presentan en parte o carecen de él. Por lo general, el jarro de boca de seta tiene una función funeraria, utilizándose para guardar los perfumes y aceites que se utilizaban en los enterramientos, como vemos en las tumbas de Trayamar (Málaga) y Almuñécar (Granada). Sin embargo, este ejemplar del Castillo de Doña Blanca apareció en una zona de viviendas, indicando que era un objeto usado también en la vida cotidiana, además de un recipiente comercializado por los fenicios con destino a sus clientes tartéssicos.
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