La escena representa los desposorios místicos de la santa mártir, Catalina de Alejandría. En la escena central se encuentra santa Catalina, con corona y con vestuario real, arrodillada delante de la Virgen María quien tiene sobre sus rodillas al Niño Jesús. La Santa extiende su mano izquierda al Niño quien le coloca el anillo alusivo a la unión mística.