Existen métodos artesanales, ya casi en desuso, como el vareo, consistente en agitar las ramas con una vara para que se desprendan los frutos; y otros mecánicos, como los vibradores de abrazadera, los de paraguas, los peines, incluso cosechadoras. Todos tienen ventajas e inconvenientes; lo fundamental es que no se golpeé el fruto y que no llegue en mal estado a la almazara.