Dentro de la serie "El hombre y la ciudad", que cuestionaba la deriva tomada por la vida consumista, solitaria y acelerada de la metrópoli, Juana Francés creó "Torre-Participación” una pintura-instalación concebida como un bloque de gran tamaño, con forma rectangular y carácter exento que evocaba los edificios de viviendas urbanos, habitáculo que daba cobijo al mismo tiempo que aislaba a sus moradores, en este caso los homúnculos creados por la pintora y representados dentro de la soledad de estos espacios.Como manifestación de su crítica hacia el modo de vida consumista y en sintonía con su sentido matérico de la pintura, Francés ideó estos homúnculos como seres cosificados compuestos a partir de materiales de desecho procedentes del mundo urbano y tecnologizado; fragmentos de tuberías, la esfera de un reloj, bombillas, trozos de cables u otros elementos mecánicos son los elementos con los que a través de la técnica del assemblage daba forma a su anatomía, un planteamiento claramente vinculado con el Nouveau Realisme y su defensa del "reciclaje poético de la realidad urbana, industrial y publicitaria" que tan intensamente practicó Juana Francés en sus creaciones de "El hombre y la ciudad". Esta "Torre participación" formaba parte de un conjunto más amplio integrado por otras dos torres, hoy conservadas en el MACA y el IVAM, en las que aplicó composiciones y tamaños distintos si bien manteniendo una unidad plástica entre las tres. Al exponerse juntas, las "Torres participación" conformaban una instalación que simulaba la idea de edificios de viviendas antes mencionada, creando una especie de microurbanización que, en palabras de Juana, viene a "simbolizar la realidad que rodea al hombre en la ciudad actual. Esta ciudad que él ha creado con orgullo, pero que también está siendo su desgracia"