El falo en época greco-romana es un símbolo mágico con un valor profiláctico y apotropaico, convirtiéndose en talismán, conjuro preventivo contra el mal de ojo y otras amenazas malignas. Protegía la integridad física y moral del individuo y la familia por eso se llevaba como colgante.
Al ser un elemento alusivo a la fertilidad también se ha relacionado con el culto al dios Príapo.
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