Una de las locaciones referenciales en la tradición apostólica es el monte Illicinus, conocido como Pico Sacro.
Cuando el cuerpo del Apóstol llega a tierras gallegas, reinaba por aquel entonces la mítica reina Lupa, quien decidió engañarlos ofreciéndoles unos bueyes mansos, que tenía en un monte, para ayudarles en el traslado del sepulcro. En el monte Illicinus los estaba esperando un enorme dragón al que vencieron haciendo el símbolo de la Cruz.
Los bueyes que les había proporcionado la reina eran en realidad toros bravos que consiguieron apaciguar para volver al palacio de Lupa. Asombrada, la reina se convirtió al cristianismo y destruyó todos los ídolos y templos paganos, construyendo en su lugar el sepulcro apostólico.