En los años cuarenta se celebró en la ciudad de México una magna exposición de Pablo Picasso con apoyo del Museo de Arte Moderno de Nueva York y gracias a las gestiones de su entonces director, Alfred Barr, y del entusiasmo de Inés Amor, José Chávez Morado y otros mexicanos. Entonces se exhibieron ejemplos notables del período neoclásico del pintor, como El rapto de 1920, que vinieron a afirmar su ascendencia sobre la producción de muchos pintores en México, incluyendo a Raúl Anguiano, de quien son varias las pinturas y dibujos donde se advierte la decisiva influencia de Picasso y su obra, particularmente El Guernica. Anguiano empezó su formación en su natal Jalisco, región de México que, como se ha visto en los comentarios de otros pintores, fue un auténtico semillero de artistas. Transitó por varias de las propuestas plásticas de la moderna pintura mexicana, por lo que su producción plástica da cuenta del desarrollo de distintos modelos y fuentes internas y externas, que nutrieron el panorama artístico. Si de Picasso se inspiró para la temática del circo, la suya no fue una visión de joie de vivre, sino la de un endeble equilibrio entre la ficción y la realidad, lindando entonces con los postulados del surrealismo, a los que Anguiano fue también afecto en un momento de su trayectoria artística. Vid. Justino Fernández. Raúl Anguiano. México, Ediciones de Arte, 1948.